Modifiquemos nuestras formas de hacer

Hace ya más de un año que salió a la venta «Conecta. En el libro comentaba algunas premisas que definen el cambio que ha experimentado la sociedad gracias a la masiva adopción y expansión de la tecnología en nuestro día a día como personas, empresas o profesionales.

Veíamos como «lo digital» lo cambiaba todo (agilidad, transparencia, democracia, etc.), cómo permite a las personas realizar acciones que siempre han querido hacer (conexión continua con el entorno, relaciones fluidas, agrupación por intereses, etc.), cómo ha transformado la sociedad en la que vivimos al completo (comunicación, relaciones, política, negocios, etc.). La segunda parte del libro trataba de dar pistas para ser más competitivos en el nuevo entorno, aprovechándolo en nuestros procesos de marketing, comunicación y publicidad; cómo usar en nuestro favor la socialización de los medios, cómo definir una estrategia digital desde su concepción hasta los procesos de medición y realimentación.

Si lo habéis leído, ya lo sabéis… y sino os hacéis una idea 😉

 velocidad

Pero, ¿Qué está ocurriendo en realidad con nuestros procesos?

El mundo ha cambiado, todo tiende hacia la interconexión, interdependencia, la socialización y transparencia. Aun así nuestras formas de hacer siguen siendo muy similares.

En la mayoría de ocasiones cuando nos planteamos realizar un espacio web seguimos procesos de producción propios de los años 80 (requerimientos, especificaciones, etc…). Son muchos los que aun realizan campañas en medios digitales agitando la bandera de la flexibilidad, la medición continua y la toma de decisiones en tiempo real, pero su realidad sigue estando basada en oleadas de acciones conjuntas en todos los medios, con medición a posteriori, cuando ya no queda ni presupuesto ni recursos para modificar la acción. Lo mismo ocurre en determinadas producciones de aplicaciones (nos puede mover un estudio, un caso de éxito o una intuición, da igual) pero los modelos de producción y toma de decisión son los mismos de hace 30 años.

Digital obliga a un cambio estructural de cómo acometemos nuestros procesos, no sólo a realizar nuevas tipologías de acciones en plataformas de reciente creación. Pero seguimos trabajando por bloques haciendo que lo digital se ajuste a nuestras estructuras corporativas y de tomas de decisión. No hemos entendido que la forma de hacer es lo primero que hemos de cambiar,… o quizás sí que lo hemos entendido, pero no sabemos por dónde comenzar.

Entonces, ¿Cómo deberíamos acometer nuestros procesos?

Si asumimos como algo obvio que el mercado es cada vez más complejo y rápido y que nos movemos en un terreno de gran incertidumbre, podría ser que lo que parece lógico a la hora de la concepción de un proyecto haya de variar rumbo antes de salir al mercado en «su forma final».

Por tanto este nuevo entorno nos exige:

.- Entender que la relación entre estrategia y acción es algo vivo y no acotado en el tiempo.

.- Exploración contínua de nuestros públicos y sus usos reales de nuestros servicios.

.- Un elevado conocimiento de herramientas y procesos digitales por parte de los agentes que tomen las decisiones.

.- Mayores grados de autonomía de decisión (confianza) de los responsables de los proyectos.

.- Procesos más cortos, iterativos y enfocados al aprendizaje.

.- Entender que no hay una meta, estamos en contínuo desarrollo.

No se trata de hacer «experimentos» a ver qué pasa, sino de trazar un plan inicial, ver cómo lo vamos a medir contra métricas de negocio, evaluar resultados contra métricas de negocio y tomar decisiones de forma continua en base a los aprendizajes generados. No se trata sólo de usar herramientas diferentes, sino de adoptar distintas formas de hacer.

De esta forma conseguiremos ganar velocidad, ajustando nuestras acciones a las necesidades de un entorno continuamente cambiante y así reducir enormemente la cantidad de esfuerzo, tiempo y recursos que se desperdician en muchos de nuestros proyectos.

 

foto :: http://www.flickr.com/photos/anap/3170665842/

 

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